Caperucita Futbolista

Había una vez futbólicamente 87 chutes en un campo, una niña que vivía en una casa blanca con tejado negro. Era una niña de cabellos negros y ojos como platos, su boca parecía una fresa, su nariz un botón y la cabeza era como un balón. Además, su piel era tan blanca que con esos labios su cara se iluminaba. Se llamaba Chilenita porque le gustaba tanto jugar al fútbol que se pasaba un balón entero jugando. Iba vestida con unos pantalones blancos, camiseta negra y botas negras. Su abuela estaba tan contenta de Chilenita porque ganó el famoso Leo Messi que le hizo un gorro negro y blanco.

Pero un día su madre, la Señorita Falta, le dijo: Chilenita ves a casa de la abuelita Penalti y llévale arroz, leche, caramelos de regaliz y tinta de calamar. Y Chilenita se puso el gorro (en ese momento parecía realmente un balón) y se despidió de su madre. Caperucita fue casi todo el camino botando la pelota hasta que llegó al bosque y vio un campo de fútbol, unas porterías, unos balones, unos jugadores de fútbol… Cuando de repente apareció el lobo Porterete, que le dijo: – Oye, he oído que le has ganado a Leo Messi, ¿echamos una carrera?-

Chilenita iba haciendo toques y llegó a la casa de su abuelita Doña Penalti y dijo: – Abuelita, soy yo, Chilenita. La abuelita Penalti le abrió la puerta y le invitó a galletas con té en su mesa con su mantel. La abuela miró el tiempo y dijo: – si quieres salir a jugar, podemos hacerlo.- Así que estuvieron jugando hasta las 10:00.

En ese momento apareció el lobo Porterete y la abuela se fue corriendo lentamente dentro de su casa. Caperucita dijo: – ¿tú, ¿qué quieres?- Y le dio tal pelotazo que se desmayó. La abuela llamó al cazador Don Gol, que le quitó la piel encantado. Entonces, la abuelita miró la hora y dijo: -¡Que se hace tarde y tu madre estará preocupada! ¡Corre, vete, toma estos chicles de regaliz y ¡adiós!-

Así pues, Chilenita llegó a su casa y se lo contó todo a su madre la Señorita Falta. Al día siguiente el cazador les dio un tercio del dinero por la piel del lobo y ¡caperucita se pudo comprar un balón nuevo!

 

Lis.