Había una vez una diminuta en una casita hecha con piedras de jade en un prado de hierbabuena vivía Caperucita Verde.
Caperucita verde era una niña cariñosa y risueña, ten´ñia los ojos como esmeraldas y la caperuza estaba hecha con incrustaciones de esmeraldas. Vivía con su madre, que se llamaba Livia, que significa color aceituna y se llamaba así por el color de sus ojos verdes color de sus ojos verdes.
Pero un día Livia le dijo: Caperucita, llévale esta cesta a la abuelita Esperanza. La cesta llevaba dentro brócoli, pimiento, olivas, lechugas… y, con todo esto, Caperucita emprendió el camino a casa de su abuela, el cual estaba lleno de abetos y pinos.
De repente apareció el lobo, negro como el carbón y pequeño como un peluche, el cual le preguntó: ¿a dónde vas Caperucita? Y esta respondió: a casa de mi abuelita Esperanza. El lobo había cavado un agujero y lo había tapado con hojas de abeto. Caperucita cayó en el agujero y el lobo salió como un cohete a casa de la abuelita Esperanza a tomarse un poleo de roca.
Caperucita se puso a pensar y de repente vio un palo larguísimo el cual clavó en el suelo y consiguió salir del agujero. Cuando Caperucita llegó, el lobo y la abuela estaban disputando un partido de ajedrez: las fichas blancas eran de Jade y las negras eran de Esmeralda.
Y colorín colorado, este verde cuento se ha acabado.
Marcos.